sábado, 21 de abril de 2012

everybody but me.

"Pero detrás de toda acción había una protesta, porque todo hacer significaba salir de para llegar a, o mover algo para que estuviera aquí y no allí, o entrar en esa casa en vez de no entrar o entrar en la de al lado, es decir que en todo acto había admisión de una carencia, de algo no hecho todavía y que era posible hacer, la protesta tácita frente a la continua evidencia de la falta, de la merma, de la parvedad del presente."
Rayuela, Cortázar.

Recaer en tus brazos bajo la lluvia, que vuelvas a saborear mi boca como la primera vez, que me muerdas la boca y las ganas, terminar empapados bajo ese cielo gris. Y es al llegar a casa cuando me doy cuenta de que así no, que por qué esa maldita manía de no colgar el cartel de cerrado. Entonces me vienen las torturas, las maniobras de escapismo, dudar de lo real. Querer deslizarme bajo las sábanas que no sé por qué maldita razón huelen a ti. Acabar rompiendo todo, romper con, romper a.

Con todo viene dando tumbos, desafiando a la gravedad; a mi escasa estabilidad. Y en ese preciso momento se desmoronan todos mis diques, que entre toda el agua, toda la vida que después ya vendrán las válvulas de escape. Creer en ti como una certeza inmediata, creer en el poder de nuestra carne indefinidamente. Estremecerme con cada recorrido de tu boca por mi piel, sentir por momentos que tus labios son mi fe. Que todo sea tan sencillo, que todo se eleve de la nada sin esfuerzo, que nuestros cuerpos encajen a la perfección y que nos sorprendamos. Fuegos artificiales inundando la habitación a plena luz.

Y a pesar de todo, a contra de todo pronóstico (o no), terminar cayendo en ti, que me acojona decirte que, a pesar de todo, eché de menos tus gemidos por unas milésimas de segundo.


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